martes, 20 de julio de 2010

Cuenca, ciudad conquistada por la naturaleza


Agua y piedra confrontaron durante milenios para construir la más formidable atalaya surgida en el territorio que habría de ser ibérico. Le bastaron a la Naturaleza dos ríos para trazar sus contornos, abrazarla, ahondar sus hoces y nutrir de verde su horizonte más próximo. Después llegó el hombre. Desde los primitivos hasta los árabes se afanaron en convertirla en hogar y fortaleza, escenario siempre de la ancestral aspiración de convertir en propia la tierra de todos. Y finalmente fue musulmana. Se llamó Kunka. El castillo que coronó su cima no agregó más que piedras sobre piedra, que la ciudad naciente se sabía suficiente en su propia defensa, aliada con las inexpugnables hoces de sus límites.

Supo de tal singular condición Alfonso VIII en 1177 cuando pretendió ocuparla, sumarla al reino de Castilla y convertirla al cristianismo; tras un sitio de nueve meses, fue el hambre de sus moradores y no las murallas quien le abrió paso. Lo hizo al frente de sus huestes por la que después se llamaría Puerta de San Juan, que toda Cuenca -definitivamente castellana– se pobló de nuevos significados religiosos. Así la mezquita se transformó en Catedral, el románico se trocó en gótico y se alzaron iglesias y conventos para mayor gloria del Dios cristiano.

Y sin duda con su complicidad, sus habitantes emprendieron la tarea de domesticar el risco y las alturas, para terminar configurando la insólita arquitectura de sus casas colgadas en el abismo. La antigua ciudad trascendía su natural frontera haciendo del aire su paisaje, para luego, descendiendo, cruzar el Huécar y extenderse hacia la planicie manchega.

El Casco Antiguo de Cuenca y sus seculares barrios aledaños permanecen con idéntica fisonomía a la que en aquella época adquirieran. Muchos de sus más nobles edificios mantienen hoy la condición que les dio origen: conventos en los que aún impera el silencioso rezo de sus monjas de clausura, templos en los que se renueva a diario la fe de los creyentes, casonas blasonadas en las que se mantiene viva la memoria, el Ayuntamiento soportado en arcos que se abren para acceder a la Plaza Mayor.
Otros, se han aplicado a preservar su incomparable patrimonio histórico y artístico: son, entre muchos otros, el Archivo Provincial –antes cárcel y sede del Santo Oficio–; los museos Diocesano, contiguo al Palacio Arzobispal, el de Arte Abstracto –en la más bella de las "casas colgadas"– el espacio Torner, situado en el antiguo convento de San Pablo y la Fundación Antonio Pérez, en el que fuera Convento de las Carmelitas. Todos ellos merecen por sí solos la mirada atenta y sensible del viajero; en escasos lugares del mundo hallará reunidos y a su vista tal cantidad de testimonios de la creatividad humana de tan alto valor.

Recorrer sus estrechas y empinadas calles, reconocer sus recoletos rincones, apagar la sed en sus fuentes, compartir la mágica atmósfera de sus plazas con sus habituales ocupantes –cordiales siempre– y desandar las cuestas para encontrar la nueva ciudad que crece pujante y abierta hacia el futuro, habrá de ser una experiencia para el visitante que le obligará al regreso.

Para saber más: Cuenca-Wikipedia
Descubre Cuenca
PDF Ciudad Encantada

Estas imágenes nos invitan a visitar una de las ciudades más bonitas de mi comunidad:


Un paseo por las nubes es un programa que recorre los lugares más interesante de Castilla La Mancha:


En Cuenca se celebra un Festival de música religiosa, en los días previos a Semana Santa:

jueves, 15 de julio de 2010

Corral de comedias de Almagro




En la España del Siglo de Oro el teatro fue una de las diversiones principales. Las obras se representaban en los llamados corrales de comedias, a menudo los patios interiores de alguna manzana de casas, cubiertos por un toldo. Las representaciones solían comenzar a las dos o las tres de la tarde en invierno y hacia las tres o las cuatro en verano. Duraban entre dos horas y media y tres horas, pero tenían que concluir -por razones morales y de orden público- antes del anochecer. El escenario solía ser sencillo. Contaba con un telón decorado y con paneles para ambientar la escena. Había también una o varias trampas de transformaciones, por las que un actor aparecía por sorpresa ante el público. Éste disfrutaba con las comedias de capa y espada, con damas virtuosas, galanes embozados y criados chismosos. No podían faltar tampoco los duelos de espada. El teatro se llenaba bastante antes de la hora de comienzo. Un miembro de la compañía cobraba una entrada general en la puerta, y otros cobraban el importe de las localidades de asiento. Frente al escenario se hallaba una fila de bancos de iglesia, quedando el resto del patio para las localidades de pie de los llamados mosqueteros, la gente común. En medio del corral solía haber un pozo y, a veces, unas letrinas. Los acomodadores o alojeros, vendían en verano agua, fruta y frutos secos. Desde mediados de la década de 1580, las mujeres debían ocupar un corredor especial, llamado cazuela. Las damas de la nobleza, sin embargo, podían acceder a los aposentos o habitaciones, desde donde contemplaban la función tras una reja. Las localidades de asiento de los corredores superiores solían ser ocupadas por regidores, altos oficiales, nobles y eclesiásticos. Los corrales se cerraban los Miércoles de Ceniza y se abrían después de Pascua. La representación teatral fue al comienzo un ingrediente más del día de fiesta, pero si tenía éxito, se extendía a los días laborables, martes y jueves al comienzo, hasta llegar a la representación diaria.



miércoles, 7 de julio de 2010

Toledo: Ciudad Patrimonio de la Humanidad

Toledo es un destino con muchas vistas, con muchos recorridos, con tantos escondites secretos donde aguarda la tradición y el recuerdo de antaño, como veces pasa el Tajo a sus orillas. No es una ciudad para una única visita y lo importante de ella cuando se deja atrás tal vez no sea lo que se ha visto, sino lo que se queda por ver. La ciudad de Toledo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986, está enclavada en un promontorio rocoso rodeado por el río Tajo en pleno centro de España, a escasos 70 kilómetros de la capital, Madrid.
Considerada por muchos como una Segunda Roma, Toledo no deja de ser una ciudad única. Única en sus detalles, su historia, su cultura y su encanto. Las tres culturas de las tres religiones monoteístas -la musulmana, la hebrea y la cristiana- dejaron su huella en esta peñascosa pesadumbre y cuna de civilizaciones -como decía Cervantes- abrazada el Tajo, testigo de la impronta de todos los pueblos de la Península Ibérica.
A lo largo de los siglos, la capital de Castilla-La Mancha ha sabido conservar un patrimonio arquitectónico, artístico y urbano milenario e inigualable. Iglesias, sinagogas, mezquitas, conventos, murallas, puentes, torreones y un sinfin de combinaciones culturales y artísticas que guardan sus edificios hacen de Toledo un museo al descubierto singular.
Perderse entre sus estrechas callejuelas, plazas y jardines convierten su visita en una experiencia sin comparación. Hecha para caminar por sus largas cuestas y mirar sobre su horizonte, sobre Toledo se levantan un buen número de monumentos, rodeados de inolvidables rincones y espacios que despiertan sensaciones a ojos de quienes la visitan y de quienes tienen la suerte de vivir en ella.Piérdete por sus calles y disfr. Toledo tiene mucho que ver.








Conoce y vive Toledo

martes, 6 de julio de 2010

Albarracín



Albarracín es un pueblo de Teruel, es uno de los pueblos más bonitos.
Albarracín cuenta con multiples monumento, pero el encanto de Albarracín está sobre todo en el trazado de sus calles adaptadas a la difícil topografía del terreno, con escalinatas y pasadizos y en el conjunto de su caserío de muros irregulares, de color rojizo, con entramado de madera, en difícil equilibrio, con aleros que se tocan. Una característica diferenciadora de la ciudad de Albarracín respecto a los pueblos de la Sierra es el empleo abundante de las estructuras con entramado de madera y tabicones de yeso rojizo que confieren el color característico al conjunto. El yeso es material característico en Albarracín, más incluso que la piedra. La arquitectura de madera y yeso es más liviana que la de piedra, lo que reduce el volumen de materiales a utilizar, y en el caso de la ciudad economiza el costo de la obra por la dificultad de acceso de los mismos a ésta.
Cada rincón, cada casa, es objeto de admiración por sus puertas y llamadores (picaportes de hierro imitando un pequeño y fantástico dragón), sus diminutas ventanas con visillos de encaje, sus balcones corridos en rica forja y de madera tallada, ... El monumento principal de Albarracín es la ciudad misma, con todo su sabor popular y aristocrático, reflejo de su historia y del buen hacer de sus gentes